Los caldos son imprescindibles en invierno, y en verano parece que los olvidamos un poco, sin embargo, que bueno es tomarse un caldito templado para cenar cuando nos hemos pasado en la comida, verdad?
Además nos esforzamos en daros nuevas ideas de recetas para la época estival, y esta es una de ellas. Se puede hacer con los caldos de gallina y el de verduras, ya que ambos son mas oscuros, con sabor intenso, pero también quedaría muy bien con el de pollo, mas suave. El título que he puesto al plato se debe al recipiente elegido, pero por supuesto puedes hacerlo en cualquier taza, idealmente de cristal, para que se vea el contenido y sea mas atractivo.
Aquí el secreto está en la consistencia de la gelatina, y en la habilidad para montar el plato.
PREPARACIÓN
- Se calienta el caldo, a punto de cocción y se añade un chorreon de vino. Se deja enfriar un poco y se añade la gelatina
- Se pone el huevo de codorniz en el fondo de la copa, y a continuación se cubre con el caldo.
- Se mete en la nevera y mientras se va cuajando se cuecen las gambas en agua con sal y una hoja de laurel: para que queden en su punto, añadir al hervir el agua y dejar solo 30 segundos. Son muy pequeñas y es mejor que queden un poco crudas que pasadas.
- Después de pasada media hora o así, veras que la gelatina empieza a cuajar. Es en ese momento cuando se coloca las gambas de forma artística , intentando fijar el extremo en la gelatina que está empezando a solidificar.
- Se ponen los guisantes entre medias de cada gamba y de nuevo se añade caldo. Se mete en la nevera y ya está!
- El éxito de este palto dependerá de tu habilidad en montarlo, de las copas o tazas que tengas, de los tropezones que le pongas, porque aquí damos una idea, pero la variedad que se le puede añadir es infinita. Qué disfrutes haciendo este plato de mar y montaña tanto como yo he disfrutado inventándolo!!