Estos días tuve el placer de trabajar con Borja Artiñano, propietario de uno de los caterings más selectos de Madrid, Pocheville. El encargo no tenía exactamente que ver con la comida, sino con la mesa: le pedí que me ayudara a vestir una mesa de Navidad. Borja, además de estar al frente de uno de los caterings pioneros en España, tiene un gusto exquisito y muy especial: mezcla muy bien el estilo clásico con toques contemporáneos.
Utilizamos la propia mesa de mi casa, de mármol de color blanco. Sobre ella, en el centro pusimos una creación de Alfabia, que nos preparó un “nido” de pájaros con huevos de gallina. Ya solo ese elemento confería a la mesa un toque “campestre” que admitía a la perfección el siguiente elemento que añadimos: paja que llevé de la Finca. Solo pusimos la paja alrededor del centro de pájaros para que, por un lado, nos sirviera de “lecho” para unas flores blancas y unas velas y, por otro, para que las briznas no llegaran hasta a la vajilla, y por tanto, no fueran incómodas para los comensales. ¡Ah! La paja la humedecí con agua para reducir cualquier peligro de fuego.
En este caso no pusimos mantel pero sí manteles individuales de rafia de Juan Carlos Beck. La vajilla, de Gadea Nowack, fue un regalo de mi hija Marta por mi cumpleaños y tiene unos gallos multicolores pintados a mano. La cubertería la compré en París en varios viajes distintos y como curiosidad, los cuchillos no son del mismo juego, los que hemos usado tienen el mango de asta, lo que contribuyó a que el conjunto estético de la mesa fuera todavía más homogéneo.
Borja contribuyó con su sabiduría a concretar algunos aspectos importantes de la comida, como por ejemplo, el “sitting”, ¿es o no es necesario? Según él, si es una cena o comida familiar, basta que, como anfitriones, digamos en alto dónde se sienta cada uno, teniendo en cuenta que a la derecha del anfitrión debe ir el invitado principal. Para una mesa de trabajo o con gente menos conocida si es conveniente que los puestos queden identificados con un cartel. También es conveniente nombrar a alguien de confianza -según Borja, la persona más joven- para que se encargue de llevar y traer platos de la cocina. Con esto evitaremos que se levante todo el mundo.
Finalmente hablamos del café, y de esa costumbre de ofrecer café “si alguien lo toma”. Según Borja, el café debe prepararse sin preguntar, y debe ofrecerse una vez hecho, para no obtener el clásico: “Si lo haces, me tomo uno”. Aunque para hablarnos de café, tuvimos una invitada excepcional: mi propia madre, que nos contó cómo, hace ya varias décadas, en las cenas de Navidad y llegada la hora del café, los hombres y las mujeres se separaban por completo incluso cambiando de estancia. Las mujeres, para charlar en sofás y sillones. Y los hombres, para fumar puros y tomar licores además del café.
¡Otros tiempos de los que, a pesar de lo poco actuales que nos parecen, me encanta oir hablar porque vienen de los recuerdos de mi madre!
Tenéis un vídeo donde podéis ver cómo quedó la mesa y cómo la montamos paso a paso.
Que tengáis una Navidad bonita y rodeados de la gente que os quiere.
Blanca Entrecanales