Abonos y fertilizantes comparten cometido. Ambos consiguen favorecer el crecimiento y la nutrición del suelo y de las plantas.
Abonos orgánicos
Cuando trabajamos la tierra debemos nutrirla con sustancias que mejoren su composición y fertilidad y para ello usamos abonos orgánicos. Con este ejercicio aportamos los nutrientes necesarios para obtener plantas sanas y proteger el suelo de la erosión, con la ventaja añadida de ser beneficiosos para el medio ambiente y la fauna. Los agricultores (caseros y profesionales), necesitamos devolver al suelo los nutrientes que utilizamos para la obtención de nuestros cultivos. Esto se consigue añadiendo a la tierra el alimento que necesita.
¿Qué contiene un buen abono?
Un abono completo contiene fósforo, potasio, cal y una materia nitrogenada que las plantas extraen de la tierra para su nutrición. Los abonos ecológicos se producen transformando la materia orgánica convirtiéndola en asimilable (sin dejar residuos contaminantes), con el fin de mejorar las características del suelo.
En comparación, debemos saber que los abonos de origen químico tienen como objetivo primordial el de alimentar la planta, dejando de lado la necesidad de reponer la tierra de nutrientes. De esta forma se consigue solucionar el síntoma de forma rápida, pero a largo plazo solo agravan más el problema. Estos abonos industriales (nitrogenados), crean desequilibrios en el suelo y pueden provocar daños en la atmósfera y llegar a las capas freáticas, contaminando el agua. Además, al ser aplicados en exceso para conseguir cosechas más abundantes no son absorbidos por las plantas lo que conlleva a la acidificación de la tierra. Esta acidificación junto con la aplicación de pesticidas para terminar con las plagas crea desequilibrios en el suelo y aniquilan la vida subterránea.
Cuando repetimos una y otra vez esta práctica alteramos el equilibrio natural y gastamos los nutrientes del suelo. Por eso es necesario aplicar un abono orgánico de forma periódica, para que la aportación de nutrientes al suelo sea lo más natural y menos contaminante posible.
Tipos de Abonos Ecológicos
En el momento de escoger qué tipo de productos usar, surgen dudas entre los abonos y los fertilizantes. En ocasiones, se considera que los primeros mejoran el sustrato, mientras que los segundos actúan directamente sobre las plantas. La realidad es que ambos nutren tanto el suelo como las plantas, con el matiz de que los abonos tienen un principio activo orgánico que, en el caso del fertilizante, es artificial.
Entre los productos de composición orgánica destacan el estiércol, el compost y el mantillo, que a su vez se clasifican por su origen animal o vegetal. Su aspecto es muy similar al sustrato y se aplican de forma directa sobre él. Existen varios tipos y podemos agruparlos en tres grupos:
Abonos sólidos:
- Estiércol animal: vaca, caballo, ovino, caprino, cerdo…
- Compost: abono natural producido a partir de restos de materia orgánica vegetal.
- Humus de lombriz: Materia orgánica descompuesta por lombrices.
Abonos líquidos: Purines y Bioles
Abonos verdes: Cultivos obtenidos de cereales leguminosas y crucíferas que se cortan y dejan descomponer en el propio campo a fertilizar.