Bien es sabido que los ajos, ya desde la antigüedad, se han usado con fines terapéuticos aparte de sus cualidades culinarias. Siendo una base de nuestra dieta habitual, tenemos que conocer algunos de sus beneficios para no dejarlos salir de nuestras despensas.
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Alicina: al machacar o cortar el ajo fresco se forma este compuesto sulfurado. Es una sustancia conocida por sus propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y antibacterianas. Cuida nuestro sistema cardiovascular ya que regula el colesterol.
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Protege nuestro hígado, ya que nos ayuda a eliminar toxinas que pueden llegar a acumularse en él y no puede procesar.
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Se dice que los ajetes estimulan los ácidos gástricos que hacen que nuestras digestiones sean mejores y más suaves.